domingo, 27 de abril de 2014

DIABETES: EL DULCE ENEMIGO

Alrededor de 4,6 millones de personas de entre veinte y setenta y nueve años murieron a causa de la diabetes en 2011, lo que representa un 8,2% de la mortalidad mundial por cualquier causa en personas de este grupo de edad. El número afectado de personas aumentó en un 13,3% respecto a los cálculos para el año 2010, y en 2013 la OMS (Organización Mundial de la Salud) incluye la diabetes en el top 10 de las principales causas de muerte, expulsando de este ranking la tuberculosis. 


Si analizamos la incidencia de la diabetes como causa de muerte en países que están comenzando a desarrollarse, las cifras se disparan, siendo México el caso más extremo.
Es a partir del año 2000, cuando la diabetes se convierte en la principal causa de mortalidad en México. 

Fuente: Base de datos de mortalidad Secretaría de Salud. La tasa es por 100 mil habitantes. *Se estima por regresión lineal 2000-2010 - See more at: http://alianzasalud.org.mx/2013/05/diabetes-1-causa-de-muerte-en-mexico/#sthash.jRWF8WRN.dpuf





Lo más alarmante de esta realidad es que del 30 y 55% de las personas que sufren diabetes, desconocen que la padecen. De modo que este alto índice de mortalidad es resultado de una falta de políticas de prevención y de atención médica, así como la carencia de una correcta asistencia a los pacientes.

A pesar de que México es el caso más destacable, el incremento de la diabetes como causa de muerte es una tendencia que está teniendo lugar en la mayoría de los países. Los más afectados son aquellos países emergentes, pues la entrada de negocios de comida rápida, así como de productos con alto contenido en azúcar, están instalándose sin crear una conciencia y educación sobre la importancia de su control y efectos negativos. 

En el documental GLOBESITY se analiza esta tendencia que generalmente se ha relacionado con Estados Unidos, en países emergentes como la India, México, Brasil o China, el cual recomiendo ver, pues proporciona una visión bastante amplia y rica (si bien no da para profundizar demasiado) sobre un problema que ya está profundamente instalado y que si no se toman medidas continuará creciendo hasta llegar a límites inimaginables.


viernes, 25 de abril de 2014

MATRIX

En el libro 'Economía canalla' Loretta Napoleoni examina numerosos ámbitos de las sociedades modernas, globalizadas, que descansan en la creación de una ilusión a sus consumidores. A lo largo de su investigación compara a la sociedad de consumo con la película de culto Matrix, en la que sus integrantes viven en un mundo de fantasía, mientras que el mundo real está putrefacto y destruyéndose tras sus ojos.



A primeras leer este párrafo puede sonar muy catastrófico, pues al mirar a nuestro alrededor (aquéllos que tenemos la suerte de vivir en sociedades occidentales donde nuestras necesidades primarias están más que cubiertas) no lo identificamos con estas palabras. A medida que avanzamos en la búsqueda y orígenes de los productos y avances que se han realizado hasta la fecha, empezamos a sentir que la sociedad 'idílica' en la que vivimos, descansa sobre unos pilares sucios, débiles y egoístas, cuya finalidad es el avance y consumo, pero que carece de una meta: no sabemos a dónde vamos pero sabemos que tenemos que hacer y consumir MÁS.

Actualmente no podemos alegar la falta de información como justificación de nuestras acciones, pues son cada vez más numerosos el número de estudios, documentales, películas que abren nuestros ojos día a día... y aún así parece que no nos importa. ¿Es esto cierto? y si es así... ¿Por qué?

Responder a la primera pregunta es fácil: sí. Desde luego que es cierto, conocemos de la procedencia de productos que usan mano de obra barata. Ahora entendemos que para que nosotros podamos consumir más, hay un porcentaje superior de la población mundial que ha de estar sometido a un sistema de esclavitud y precariedad; que el consumo excesivo de energía del que precisamos para el desarrollo de nuestra vida diaria está destruyendo la atmósfera y acabando con los recursos; que el petróleo que compramos está manchado de sangre, así como gran parte del oro, de materiales que son ahora tan imprescindibles como el coltán, ETC ETC ETC... ¿Esta información está llegando a alguna conciencia? o por el contrario...¿sólo nos sirve para aceptar que es tan grande la red de sufrimiento y destrucción del que precisan nuestras sociedades, que es imposible hacer NADA?

Pues bien, a mí me gustaría que no fuese así, y me gustaría poder decir que yo no participo en este sistema. Pero lo hago, lo hago estando aquí sentada desde un ordenador, en una buena casa y sin renunciar a mis bienes, si bien intento predicar con el ejemplo en la medida que puedo y con pequeñas acciones.
Pretender que todo el mundo se levante y luche por los derechos de otros está bien, y es necesario, pero está comprobado que no es suficiente, pues es inherente a la naturaleza humana el mirarnos el ombligo y el ombligo de nuestras personas cercanas... pero cuando se trata de temas que no nos afectan directamente... ¡ay amigo!

¿Qué ocurre entonces cuando descubrimos que lo que creíamos que sólo afectaba a otras parte de la población mundial, también nos afecta a nosotros? ¿que si seguimos así no solo caerá sobre nuestras consciencias el daño de otros si no que también sufriremos y ya estamos sufriendo las consecuencias de lo que Loretta Napoleoni denomina como 'Economía canalla'?

sábado, 5 de abril de 2014

Mito o Realidad

"España es una mierda"
"Se alquila esclavo económico"
"No hay pan para tanto chorizo"

Frases y expresiones que se escuchan mucho más de que lo que desearía.
Y es entonces cuando me pregunto ¿realmente son conscientes de lo que dicen? ¿o, por el contrario, se limitan a repetir lo que escuchan? Prefiero pensar que vivo en un país de gente con poca personalidad (y luces) que copian a tres anti-sistema, a que sean tan ignorantes como para afirmar eso por su propia voluntad.

Somos unos privilegiados de haber nacido en un país desarrollado, que aunque al día mueran 300.000 niños en el mundo (según este estudio), en España tenemos casi todos nuestras necesidades mínimas cubiertas; y si no, se puede acudir a centros, pedir ayudas, o tener el apoyo de nuestra familia para salir adelante. Que es verdad que ahora mismo estamos pasándolo mal, pero siempre dentro de unos límites, nada comparado con países subdesarrollados o en vías de desarrollo, y eso es algo que tenemos que tener muy presente.
Partiendo de esta base, de que vivimos en un estado de bienestar (aunque quizás no comparable con otros países, como los escandinavos), en el que tenemos acceso a una sanidad pública, a una educación pública... Podemos criticarlo con el fin de mejorarlo (porque por supuesto que es muy mejorable), pero no despreciarlo.

Gozamos de un país con un clima magnífico (al menos en el sur), variedad gastronómica, y gente amable. Por otra parte, podemos ponernos enfermos sin necesidad de hipotecar nuestra casa (como en EEUU), podemos estudiar aunque no tengamos los medios para ello gracias a las becas, que a diferencia de en la mayoría de los países europeos como Alemania, Países Bajos, Reino Unido... no hay que devolver. Es verdad que ahora están recortando en becas... y eso está dejando a gente que necesita la beca sin ella ¿pero quejarnos porque nos exijan una media de un 6? ¡Te están pagando por estudiar, no para que salgas todos los jueves a tomarte cañas! Que sacar un 6 no es tan difícil.

Es verdad que estamos en crisis, que mucha gente está en el paro, otros desahuciados... Pero es normal que el país haya caído si hemos estado viviendo por encima de nuestras posibilidades (que entonces nadie se quejaba...). Y actualmente no podemos cambiar eso, pero podemos evitar que vuelva a pasar.
Lo que tenemos que hacer es mejorarlo mejorándonos nosotros. Somos la generación española más cualificada y la que ocupará los cargos en un futuro que podrán cambiar algo; tenemos ventajas, como que a través del acceso a internet disponemos de la información que queramos sin salir de casa, y que podemos organizarnos a través de las redes sociales si se quiere actuar.
Y por supuesto, no olvidar que además de criticar (que es muy fácil), hay que proponer soluciones.

Pero todo ello con Coherencia:
-Si le recriminamos a un político que meta a dedo a su amigo para un puesto alto (que por supuesto, no deja de ser reprochable), no hagamos lo mismo nosotros a pequeña escala (por ejemplo, teniendo una heladería y contratando a mi hermano y a mi mejor amigo, en vez de al más cualificado), porque si los cimientos son de barro, es normal que con el tiempo todo caiga.
-Si le recriminamos a un político que nos está estafando, poniendo que X obra cuesta 5M de €, cuando realmente cuesta 4 para quedarse él con 1M€ (repito, que no deja de ser reprochable), no hagamos lo mismo nosotros a pequeña escala, en una pequeña empresa.
Esto es importante, porque si las personas que quieren cambiar ascienden al poder y hacen lo mismo, no estamos cambiando nada, sólo quién nos roba (como suele decirse).

"Casi todos podemos soportar la adversidad, pero si queréis probar el carácter de un hombre, dadle poder." Abraham Lincoln 


Conclusiones:
-Primero plantearnos antes de criticar si España es tan mala como la pintan o si los problemas vienen desde arriba o del ser humano egoísta (corrupción hay también en otros países).
-Segundo, pensar en cómo podríamos cambiarla para que mejorase, buscando referencias de políticas que se hayan llevado a cabo en otros países que hayan sido más eficaces o con imaginación.
-Tercero, buscando un grupo con el que hacer presión. Una persona sola no hace nada, "cualquier poder si no se basa en la unión, es débil." (Jean de la Fontaine)
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martes, 1 de abril de 2014

Mención al 15 M

Hace unos días recibí un link sobre un vídeo en el que se les preguntaba a unos jóvenes en la fiesta de la primavera de Granada, una fácil pregunta... ¿Quién es Adolfo Suárez?

El vídeo se puede encontrar en youtube:  https://www.youtube.com/watch?v=6X8PcwEQUgQ

Ante las respuestas ofrecidas, y no sólo por estos tres chicos sino por otros muchos que aparecen en otros vídeos similares de este mismo día, surge la pregunta...

¿Qué porcentaje de la ciudadanía tiene tan poco que decir ante personajes y eventos que son esenciales para conocer nuestra historia? Cuando hablamos de la necesidad de que la población se implique en la vida política ¿cuánta gente está dispuesta hacerlo? ¿estamos muy lejos de conseguirlo? ¿qué se necesita para llegar a ello?

Cuando me planteo estas cuestiones, entonces recuerdo una conferencia a la que asistí en la Casa Invisible en Málaga, en la que Juan Luis Sánchez exponía su libro 'Las 10 mareas del cambio' y se debatió la repercusión que el 15 M tuvo en nuestra sociedad. 
A pesar de que poco ha pasado desde que atendí a esta conferencia, ha sido tiempo suficiente para reflexionar sobre algunos de los planteamientos que allí se expusieron, y he de aceptar que durante mucho tiempo he subestimado los efectos del 15 M. 

En una sociedad avanzada en términos de conciencia política, no serían necesarias revoluciones como ésta, y apoyar a nuevos partidos políticos o partidos ya existentes para que puedan llevar a cabo sus programas, sería interesante. Ahora bien, teniendo en cuenta de que esta tradición política de la que hablo (a través de una ciudadanía bien informada, que sea crítica y se interese por lo que sucede no sólo en su esfera personal sino en la social) parece brillar por su ausencia en muchos sectores de la población.... entonces ¿qué sentido tiene fomentar el voto a un partido político? ¿para qué pedir el voto de unos votantes que no se interesan ni saben lo que votan? 

Con esto no trato de decir que no tenga sentido apoyar a un partido, pues si se cree que puede suponer un cambio, entonces ¿por qué no? Pero de ahí a pensar que esa es la solución... es una pequeña parte sobre la que trabajar, pero desde luego hay cosas más importantes como son: la necesidad de difundir información y motivar a la ciudadanía a implicarse en la vida política. Esto no sólo se consigue diciendo que se salga a votar, sino que esta implicación tiene que ser constante y ha de hacerse presente en muchas acciones y no en el simple hecho de salir a la calle cada cuatro años a votar. 
         
  Para poder actuar primero es necesario conocer y querer. Y si en ello el 15 M consiguio movilizar a numerosas conciencias y fomentar la acción de tantos otros, entonces tuvo sentido, y bastante. 

Aquí dejo una de las pancartas que más me gustaron de aquellos días.